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Kyoto Taika Hen y Densetsu no Saigo Hen culminan con honor la leyenda de Kenshin Himura

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Kenshin Himura

(Maracay, 22 de Enero. Yakuza Webzine).- Como fan de Rurouni Kenshin, estas dos películas constituyen la realización de un sueño y lo hacen honrando al legendario personaje de Kenshin Himura. Sumadas al primer film constituyen una trilogía que da un merecido homenaje a la obra de Nobuhiro Watsuki, si bien con sus debilidades.

Antes de iniciar, debo reconocer que soy un fanboy sin remedio de Rurouni Kenshin. Quizás algunos puedan pensar que eso afecta mi juicio al momento de hacer una crítica o reseña de las dos últimas partes, pero no es así. Además de ser un fanático de la obra puedo considerarme, sin falsa modestia, un auténtico experto en Samurai X. Uno de los dos con los que humildemente cuenta esta página web.

El primer film ya fue reseñado por nuestro otro experto y retomaré algunas de sus ideas para evaluar la segunda y tercera parte de la épica historia del legendario Hitokiri Batousai, considerando su valor cinematográfico y no solo lo que representa como Live Action de una de las más universalmente amadas obras de manga y anime.

Rurouni Kenshin: Kyoto Taika Hen

La entrada del primer film de la famosa saga de Kyoto nos muestra al villano, Makoto Shishio, de una manera que no puede calificarse de otra manera que espectacular. En medio de un escenario dantesco, Hajime Saito confronta al asesino, interpretado por Tatsuya Fujiwara (Battle Royale, Death Note), quien le ignora y deja que sus lacayos lo confronten.

Luego el film se enfoca en Kenshin, quien fue una parte instrumental de la rebelión contra el Shogunato Tokugawa once años antes del inicio del film. Ahora vive en paz en el Dojo Kamiya Kashin, a donde llegó durante el primer film que unió los primeros cuatro arcos de la historia del manga obviando partes cuya ausencia se sufre en este film.

En el dojo convive junto a Kaoru Kamiya (Emi Takei), Sanosuke Sagara (Munetaka Aoki) y un Yahiko Myojin (Kaito Ōyagi) interpretado por un nuevo actor pero cuyo rol es, lamentablemente, decorativo. No tiene sentido resumir la historia, porque quienes estén familiarizados con la obra original saben de sobra lo que sucederá, si bien el film se toma libertades para adaptar la larga saga.

Shishio Makoto

Algunas de estas libertades son totalmente comprensibles, pero otras no tienen mucho sentido. Allí es donde entra el punto en que la primera película afecta a esta, en cosas como la total falta de justificación para la obsesión de Aoshi Shinomori (Yūsuke Iseya) con enfrentar a Kenshin. Bien se pudo incluir a Aoshi en el primer film en lugar de ese pastiche que fue llamado Gein, validando su actitud en esta segunda entrega. Lo mismo ocurre con la falta de razones para que Misao Makimachi (Tao Tsuchiya) siga a Himura.

Fuera de eso hay que admirar la manera en que el film está construido con paciencia, lidiando con el dilema moral de Kenshin entre seguir con su filosofía de no matar y la necesidad de defender al país de la amenaza que representa Shishio. Todo esto en medio escenas hermosamente filmadas y con una banda sonora magnifica.

De destacarse las increíbles escenas de lucha, que van desde Kenshin destrozando a multitudes de guerreros menores a los duelos uno a uno, que en este film incluyen: Kenshin vs. Sōjirō Seta, Kenshin vs. Sawagejō Chōy Aoshi vs. Kashiwazaki Nenji/Okina.

Interesante es la inclusión de un cambio en el plot que recuerda más a la trama posterior de la serie y que nos lleva al famoso Rengoku, el barco de Shishio, donde se produce el final, anticlimático pero excelente, del film… aunque incluye un detalle criticable que abordaremos más adelante.

Rurouni Kenshin: Densetsu no Saigo Hen

El final de la leyenda empieza con una escena familiar para todos. El momento en que Hiko Seijuro (Masaharu Fukuyama) encuentra a Kenshin enterrando a esclavistas, esclavos y maleantes por igual y donde cambia su nombre de Shinta a Kenshin.

El actual maestro del Hiten Mitsurugi Ryu, el estilo de kenjutsu que usa nuestro protagonista, encontró de manera demasiado casual al samurai con la cicatriz en forma de cruz tendido en una playa, algo que bien pudo hacerse de una manera menos forzada. No obstante no dejó de ser excelente.

Buena parte de la primera hora del film se va con Kenshin «reaprendiendo» a la mala el famoso estilo que le convirtió en una leyenda en primer lugar, todo con el fin de aprender la técnica secreta del estilo.

Saito Hajime

En las conversaciones con su maestro se ve lo visiblemente alterado que está Kenshin por lo difícil que es reconciliar su necesidad de proteger al país y no matar a Shishio. Por otra parte tenemos al Gobierno Meiji, representado por Hirobumi Ito (Yukiyoshi Ozawa) siendo emboscados y humillados por Shishio. El sustituto en la vida real del ministro Okubo, asesinado por Soujiro en la primera parte, demostró tener mucho menos honor y valor que su antecesor.

Antes de la batalla final tuvimos un breve encuentro entre Kenshin y Aoshi, donde le da un auténtico correctivo al Okashira del Oniwabashu de Edo. Nada que ver con las parejas luchas entre ambos en el anime. Sin ningún tipo de piedad Kenshin le pone una buena tunda al ninja que poco pudo hacer ante Himura.

Esto en medio de una persecución a Kenshin por petición de Shishio, hecho que dejó muy mal parado al de por sí muy criticado –tanto en la serie como en la vida real- Gobierno Meiji de los primeros años de la restauración. El climax del film llegó con una secuencia particularmente bien llevada, en la que se desató la batalla final y donde el Rengoku fue muy predominante.

El Juppongatana lamentablemente no recibió su justo tiempo en escena, lo cual es una pena considerando las molestias que se tomaron para conseguir actores que representaran a cada uno de los miembros. Usui Uonuma y Fuji fueron despachados sin ninguna ceremonia o línea pronunciada en ninguno de los dos films.

El choque entre Kenshin y Soujiro también vino acompañado de una clara disminución en las potencialidades de la sonriente mano derecha de Shishio. Despachado con muchísima más facilidad por nuestro protagonista pacifista en esta ocasión.

La confrontación final con Makoto Shishio si fue para la historia. Visualmente impresionante, pues el sustituto de Hitokiri Batousai fue el único que conservó su nivel original del manga y la serie además de la vistosidad de su técnica en su total expresión. Esto llevó a que sus rivales, Kenshin incluido, lucieran sensiblemente más débiles que sus contrapartes animadas e impresas.

El film concluye en un tono optimista con respecto al futuro y dándole un cierre digno.

Análisis

A nivel de actuaciones, ambos films logran un aprobado sin mayores problemas. Takeru Satoh encarnó a la perfección a Kenshin no solo en lo físico sino en la personalidad, en la que conviven la inocencia y el buen humor con la oscuridad de un joven forzado a asesinar desde muy joven. El resto del Kenshingumi cumple, si bien Sanosuke es muy forzado al papel de comic relief en ambos films, dejando de lado sus motivaciones y Yahiko es básicamente un adorno.

Del lado del Oniwabanshu, Okina fue el que se llevó la palma como la mejor actuación del grupo y por mucho. Su rol de mentor del grupo se cumple a cabalidad y sus escenas con Aoshi tienen una gran carga dramática. En el caso del joven guerrero, está bien representado pero sus motivaciones no son claras y no tiene un motivo tras sus actos. Otro tanto pasa con Misao, quien cumple un rol decorativo.

Entre el Gobierno y las fuerzas policiales, lo de Saito es lo más destacable. Yōsuke Eguchi copió a la perfección los signos más distintivos del personaje, aunque lo dotó de menos cinismo y más estoicismo que el original.

Kenshingumi

Pero el mejor actor de ambos films por mucho es Tatsuya Fujiwara. Tenía mis dudas con el actor que representó a Shuya Nanahara y Light Yagami ¿Podía interpretar al mejor villano de la historia del manganime? Pues sí. Este tipo es Makoto Shishio. Ryunosuke Kamiki hizo un gran trabajo caracterizando a Soujiro, con lo poco que se le dio para trabajar y Ken’ichi Takitô se gozó como un niño la interpretación de Hoji. Maryjun Takahashi fue un adorno como Yumi Komagata y el resto del Juppongatana mucho menos que eso.

Con respeto al aspecto técnico Keishi Ohtomo hizo un buen trabajo tras la silla de director con un buen manejo de cámara y del ritmo. Su transición de director de televisión al cine se logra con honores en esta superproducción. Quizás por momentos ambos films se ralentizan demasiado, pero en general es un gran logro el trasladar de manera fidedigna el espíritu de esta obra.

La mayor queja viene del guion. Entiendo la necesidad de recortar elementos, pero para contar con cuatro horas y media entre las dos películas, bien pudieron dar más minutos en escena al Juppongatana y darle a Sanosuke la posibilidad de adquirir la habilidad que le eleva para luchar contra maestros. También es notable como algunos personajes sufrieron una clara privación de sus habilidades. Kenshin, Aoshi, Soujiro y Saito son mucho menos; solo Shishio es el mismo que vimos en las páginas del manga.

Por otra parte, se aprecia el hecho de que Shishio hiciera valer sus amenazas. Mientras que en la obra de Watsuki apenas si se ven los efectos de la maldad del villano, pues la mayoría de Japón nunca se entera o sufre las consecuencias de su rebelión, en los films sí. Por eso la importancia del Rengoku. Shishio es una amenaza legítima y Kenshin luce poco apto para hacerle frente, quizás demasiado.

Aunque lejos de ser perfecta, esta trilogía, particularmente los últimos dos films, le hacen honor a Rurouni Kenshin y cimentan mi opinión sobre la franquicia en general: es la más redonda de la historia del manganime.

Evaluación Kyoto Taika Hen/Densetsu no Saigo Hen

Guion: 7/10
Actuaciones: 8/10
Cinematografía: 9/10
Dirección: 9/10
Aspectos Técnicos: 9/10
Banda Sonora: 8/10
Puntuación Total: 8/10

Por SenseiAgot (@senseiagot)
Fotos: Warner Bros. Japan

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