Breaking Bad: All Hail the King

«I met a traveller from an antique land Who said:
Two vast and trunkless legs of stone
Stand in the desart. Near them, on the sand,
Half sunk, a shattered visage lies, whose frown,
And wrinkled lip, and sneer of cold command,
Tell that its sculptor well those passions read
Which yet survive, stamped on these lifeless things,
The hand that mocked them and the heart that fed:
And on the pedestal these words appear:
«My name is Ozymandias, king of kings:
Look on my works, ye Mighty, and despair!»
Nothing beside remains. Round the decay
Of that colossal wreck, boundless and bare
The lone and level sands stretch far away.»

(Santiago, 25 de Octubre. Yakuza Webzine).- Ozymandias, el famoso poema de Percy Bysshe Shelley y que da el nombre al antepenúltimo capítulo de Breaking Bad, sintetiza perfectamente el alma de la misma. Todo decae, sin importar el poder, la ambición y posición.

Esta es una historia de transformación; la de un protagonista, que podría ser el vecino de un pueblo cualquiera al sur de EE.UU, en un verdadero kingpin de la droga al estilo Scarface. Walter White es un profesor de química, al cual la vida no lo ha tratado bien. Perdió una oportunidad única de ser millonario, su vida es monótona y aburrida, la relación sexual con su mujer es decepcionante, está rodeado de deudas y tiene un hijo con parálisis cerebral. Para rematar el ciclo de sus males, un día sufre un desmayo y se le diagnóstica cáncer al pulmón. Solo le restan con suerte y ayuda de la quimioterapia un par de años de vida.

Pero tal como señala el propio Walter en sus clases, la vida es como la Química, es el estudio de la transformación y el ciclo de la materia. El destino lo lleva a acompañar a su cuñado Hank, oficial de la DEA (Brigada antinarcóticos) a una redada. Allí se encuentra con Jesse Pinkman, un jóven productor y microtraficante de metanfetamina, quién fuera alumno suyo en la escuela. Walter, quién en este punto de su vida no tiene nada que perder y desea dejar a su familia bien provista después de su muerte, llega a un trato con Jesse. Walter utilizará sus conocimientos de química para producir la metanfetamina más pura jamás realizada y Jesse lo ayudará en la distribución de la misma. Desde ese mismo momento comienza una de las relaciones de amistad / padre-hijo más interesantes, graciosas, dramáticas y dinámicas de la televisión actual.

Cada temporada de Breaking Bad es simplemente una obra de arte. Una obra que mejora capítulo a capítulo con ninguna pieza sobrante. Se puede ver la mano Vince Gilligan, el creador y guionista de la serie. Poco a poco vamos experimentando todos los cambios de Walter, quién muestra lo mejor y peor del ser humano: el cariño familiar y su preocupación por Jesse pero por otro lado la ambición desmedida y el orgullo desbocado. Los fans del anime podrán reconocer muchos rasgos de Light Yagami en Walter White, especialmente su inteligencia y su capacidad de improvisar y colocarse dos pasos por delante de su oponente. Que decir de la cinematografía y de la música que ya han sido premiadas y alabadas hasta la saciedad. Mención especial tiene la actuación de Bryan Cranston como Walter, quién recibió felicitaciones del mismísimo Anthony Hopkins.

Sin ánimo de exagerar es probablemente la mejor serie que haya visto en mi vida en cualquier formato. En una escala de 1 a 10, le doy un 100. Sobrepasa cualquier expectativa, siendo impredecible, imperdible, inolvidable…

Villanos entrañables, héroes que no son tales, humor, tensión, diálogos fuera de serie, un estudio sobre la vida y las consecuencias de nuestros actos. Todos estos elementos hacen de Breaking Bad una singularidad en tiempos donde todo parece visto o realizado. «The special love I have for you My baby blue». Así se despide la serie más exitosa de los últimos tiempos. Quienes la hayan visto, lo entenderán y quienes, no… ¡¿pues qué esperan?!.

Guion: 10/10
Actuaciones: 10/10
Cinematografía: 10/10
Dirección: 10/10
Banda Sonora: 10/10
Puntuación Total: 10/10

Por Diego Lavandero (Wagnar)